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“El Ángel” de la Independencia

por Rosamary Porrúa

De acuerdo con el escritor e historiador Agustín Sánchez González,  en julio de 1843  nace la idea de construir un monumento a la Independencia para rendir homenaje a los héroes. No obstante, el caos y la inestabilidad política de aquella época impidieron su construcción.

Años después, el Presidente Porfirio Díaz propone crear el monumento para conmemorar el primer centenario de la independencia del país.  Su primera piedra fue colocada el 2 de enero de 1902 bajo la dirección del arquitecto Antonio Rivas Mercado – también autor del Teatro Juárez de la Ciudad de Guanajuato -; la parte de ingeniería estuvo a cargo de Gonzalo Garita y Manuel Gorozpe, y las esculturas estuvieron en manos del italiano Enrique Alciati.

Para el diseño, Rivas Mercado se basó en algunas famosas columnas del mundo como la de Trajano en Roma, la de la Plaza Vendome de París y la de Alejandro en San Petersburgo.

El costo de la obra fue de dos millones 146 mil 704 pesos con 24 centavos.

“El Ángel”, como también se le conoce, fue inaugurado el 16 de septiembre de 1910 , poco antes de la Revolución, como evento culminante de las fiestas del centenario de la Independencia. Este acto fue presenciado por importantes políticos, diplomáticos extranjeros, empleados públicos y el pueblo en general, quienes disfrutaron de juegos pirotécnicos, desfiles y conciertos que se realizaron en el Paseo de la Reforma para la citada ocasión.

El Ángel se levanta sobre una columna corintia de 45 metros de altura (que equivalen a la altura de un edificio de 15 pisos), labrada en cantera de Chiluca, ésta remata en un capitel estilo corintio fundido con cuatro águilas porfirianas. En la cima se encuentra “El Ángel”, que en realidad no es un ángel, sino que es la representación de la diosa griega alada de la victoria, una obra del escultor italiano Enrique Alciati. En la mano lleva una corona de laurel en actitud de colocarla a los vencedores, y en la otra, una cadena con eslabones rotos representando la ruptura del dominio español. Mide 6.7 metros de altura y tiene un peso de 7 toneladas.

Las figuras que se encuentran en los cuatro puntos cardinales de la base que sostiene la columna, representan con figuras femeninas a la Ley, la Paz, la Justicia y la Guerra.

En el acceso del mausoleo lo preside la figura de el gran león con un niño y del lado contrario, la lámpara votiva, encendida permanentemente en honor a la memoria de los héroes, colocada en 1929 por el presidente Emilio Portes Gil.

Las esculturas y el Ángel fueron labradas en yeso en México y vaciadas en bronce  con recubrimiento de oro en Florencia, Italia, usando la técnica de la cera perdida.

En 1925, por orden del presidente Plutarco Elías Calles, se trasladaron de la Catedral Metropolitana al monumento de la independencia, los restos mortuorios de 12 héroes nacionales (cuatro cráneos y ocho urnas con cenizas) : Miguel Hidalgo, Ignacio Aldama, José Mariano Jiménez, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero e Ignacio Allende, así como Francisco Javier Mina, Nicolás Bravo, Mariano Matamoros, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario (única mujer que fue sepultada en la columna) y Guadalupe Victoria, así como un osado revolucionario procedente de tierras irlandesas.

En 1957, la victoria alada se cayó a causa de un terremoto de 7.0 grados Richter que sacudió a la ciudad. Sin embargo, la escultura fue repuesta poco tiempo después.  Fue imposible reconstruir la cabeza del ángel, por lo que se hizo una nueva.  La cabeza original se conserva actualmente en el vestíbulo del Archivo Histórico de la Ciudad de México, -deformada por la caída-en la antigua casa del conde de Heras y Soto en el centro histórico.

Nuestro Ángel ha sido por más de 100 años, testigo del crecimiento y transformación de la Ciudad de México.

El monumento conmemora a los héroes de la lucha por la independencia y la libertad de los “americanos septentrionales” que habitaban las colonias del Virreinato de la Nueva España, el Virreinato de la Nueva Galicia, la Capitanía General de Guatemala, Nuevo México, Tejas y California.

Sin duda es tal vez el monumento más emblemático de la Ciudad de México, y el punto de reunión de los festejos más tradicionales del país.

 

Rosamary Porrúa es directora de Grupo Editorial Rosa Ma Porrúa desde 2010. Cuenta con más de 30 años de experiencia en el ramo editorial.